Imperio alemán (1871-1918)


Alemania fue unificada como un moderno estado-nación en 1871, cuando se forjó el Imperio Alemán, con el Reino de Prusia como su principal constituyente. Después de la derrota francesa en la Guerra franco-prusiana, el Imperio Alemán (Deutsches Kaiserreich) fue proclamado en Versalles el 18 de enero de 1871. La dinastía Hohenzollern de Prusia lideró el nuevo imperio, cuya capital se estableció en Berlín. El imperio fue una unificación de las partes dispersas de Alemania, excepto Austria (Kleindeutschland, o «pequeña Alemania»). A partir de 1884, Alemania inició el establecimiento de varias colonias fuera de Europa.

En el período posterior a la unificación de Alemania, el emperador Guillermo I oriento la política exterior garantizado la posición de Alemania como una gran nación al forjar alianzas para aislar a Francia por la vía diplomática, y evitar la guerra. Sin embargo, durante el reinado de Guillermo II, Alemania, al igual que otras potencias europeas, dio un curso imperialista que provocó fricciones con los países vecinos. La mayoría de alianzas en las que Alemania había estado previamente implicada no se renovaron, y nuevas alianzas excluyeron al país. En concreto, Francia estableció nuevas relaciones mediante la firma de la entente cordiale con el Reino Unido y la obtención de vínculos con el Imperio Ruso. Aparte de sus contactos con Austria-Hungría, Alemania se vio cada vez más aislada.

En la Conferencia de Berlín, Alemania se unió a otras potencias europeas para reclamar su parte de África. Alemania de obtuvo la propiedad sobre varios territorios áfricanos en la parte este, sudoeste, Togolandia y Camerún. La lucha por África causó tensiones entre las grandes potencias que pueden haber contribuido a crear las condiciones que llevaron a la Primera Guerra Mundial.

El atentado de Sarajevo (1914) en el que murió el heredero de la Corona del Imperio Austrohúngaro, desencadenó la Primera Guerra Mundial. Alemania, como parte de los Potencias Centrales, sufrió la derrota contra las Potencias Aliadas en uno de los conflictos más sangrientos de todos los tiempos. La Revolución de Noviembre estalló en 1918, y emperador Guillermo II abdicó. Un armisticio que ponía fin a la guerra se firmó el 11 de noviembre y Alemania se vio obligada a firmar el Tratado de Versalles de 1919. En su negociación fueron excluidas las Potencias derrotadas en contradicción con la diplomacia tradicional de la posguerra. El tratado fue percibido en Alemania como una humillante continuación de la guerra por otros medios y su dureza se cita a menudo como un factor que facilitó el posterior ascenso del nazismo en el país.

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